Los hornos de microondas se usan para calentar o descongelar alimentos o incluso para cocinar. En la era de la comida preparada son omnipresentes en la inmensa mayoría de hogares, restaurantes y centros de trabajo o estudio.
Oficialmente son inocuos, porque sus ondas electromagnéticas no son radiactivas y sólo actúan cuando están en marcha. Sin embargo, su uso presenta serias alarmas y la propia OMS establece medidas de seguridad sobre cómo utilizarlos:
- Riesgo de fuga electromagnética. La puerta ha de estar bien cerrada, y no se puede usar si hay abolladuras, rasguños o no encaja bien, porque las microondas podrían salir al exterior y afectar a quien lo está manipulando.
- Riesgo de contaminación alimentaria. No distribuye el calor uniformemente por todo el alimento y debe usarse siempre durante varios minutos para garantizar que destruye los microorganismos.
- Riesgo de quemaduras. Alcanza temperaturas internas muy altas sin que se note. Puede producir un hervor repentino en alimentos líquidos destapados, o al introducir una cuchara. Otros, como los huevos enteros o las uvas pueden estallar.
- Riesgo de contaminación química. Sólo se deben usar recipientes específicos, ya que muchos plásticos desprenden compuestos tóxicos en contacto con los alimentos grasos. Son adecuados el vidrio y la cerámica, pero no el metal.
Altera la estructura química de los alimentos, destruye una gran parte de los nutrientes, incrementa los radicales libres y deshidrata los alimentos
Por otra parte, el mismo mecanismo de acción de las microondas es inapropiado para los alimentos, y potencialmente peligroso para la salud.
- Altera la estructura química de los alimentos: hace vibrar y friccionar sus moléculas a gran velocidad hasta generar calor, desorganizando su estructura y alterando su vitalidad.
- Destruye una gran parte de los nutrientes: especialmente vitaminas, enzimas, fenoles, fitoesteroles y antioxidantes. Altera la estructura proteica y es más susceptible de generar acrilamidas en la combinación de carbohidratos con grasas que otros métodos de cocción. El consumo de estos alimentos desnaturalizados puede alterar el sistema nervioso.
- Incrementa los radicales libres: en contacto con grasas, se forma una peroxidación lipídica, que debilita el sistema inmunológico y es un factor coadyuvante en enfermedades degenerativas, desórdenes hormonales y cáncer.
- Deshidrata los alimentos: Las microondas actúan con más potencia sobre los líquidos y los evapora. La comida se deseca y pierde sabor y propiedades.
Podemos replantearnos su uso, ya que las formas tradicionales de calentar los alimentos son más seguras. La eficacia es preferible a la velocidad.
Autora: Mercedes Blasco. Nutricionista, Máster en Nutrición y salud